Acerca de mí y del blog

Hola! Soy una adolescente argentina de 19 años que busca a través de este blog...bueno, principalmente compartir mis experiencias, aquello que vivo día a día. Me gusta mucho leer, escribir, actuar, escuchar música, el arte en todas sus expresiones...pero si hay algo que no me interesa es el sexo y es por eso que soy asexual. En lo personal no sólo me gustaría informar acerca de lo que es la asexualidad sino de compartir lo que es vivirla. Pero ¿qué es en realidad la asexualidad? Es la falta de atracción sexual hacia otra persona. Básicamente eso. Para saber más los invito a leer este blog donde voy a contarles algunas de mis historias... Y sepan que aunque pasen días sin escribir, nunca lo voy a abandonar, porque es imprescindible en mi vida. Sean todos muy bienvenidos! :)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Mi primera vez...que no fue


  Sábado a la noche. Salida con amigos a un pool donde no podrían faltar unas exquisitas pizzas. Perfecto. ¿Y quién mas iría? Leandro. Un chico que había conocido en un bar bailable. Éste sería algo así como nuestro cuarto encuentro.
  Las horas pasaron, nos dividimos y las circunstancias se dieron para que vaya con él en su auto. Quizás su torpeza me hacía confiar en él, había algo en sus ojos que me hacía sentir segura. De lo contrario, no lo hubiera acompañado. Queríamos un lugar tranquilo, algo así como un pub al cual no concurriera mucha gente. Pero por dentro, bien sabía yo que no íbamos en busca de ningún bar.
—Ya sé a donde podemos ir...a mi departamento. O...no mejor no. Ya sé a donde sino... —murmuró Leandro algo nervioso.
—Genial . Sé en qué va a terminar esto. ¿Por qué los hombres son tan predecibles?—dije para mis adentros.
Continuamos pasando diferentes calles...deteneniéndonos en ninguna. Mis pensamientos se encontraban dispersos en mi mente sin poder ordenarlos.
Estacionamos. Miro por la ventanilla: Hotel Panamericano.
—Si esta es la forma de sorprender a una mujer, creo que no me sorprende en lo absoluto —pensé.
—¿Y?¿Entramos? —preguntó Leandro.
—Mmm...no —respondí molesta.
—Está bien. Entiendo...
—¿Pero por qué no?
—Porque no, no da.
Silencio total.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Si, decime.
—¿Sos virgen?
—Sí, ¿por qué?
—No, por nada...pero, ¿como?
—Bueno, la verdad es que espero hacerlo con alguien a quien realmente quiera, alguien que signifique algo para mí, no al primero que se me cruce.
—¿Pero las mujeres que esperan, al príncipe azul? —preguntó riéndose.
Listo. Mi ira recorría cada vena de mi cuerpo. Todo lo que quería hacer era irme a mi casa, pero no. No podía abandonar el auto en el medio de la avanzada noche. Porque de haber sido de otro modo, lo hubiera dejado solo.
—No es eso. Aunque no lo creas hay chicas de hasta 23 años que continúan siendo vírgenes. Depende de cada persona eso.
—¿En serio? ¿Y cómo hacen? —preguntó haciéndose el interesado en el tema.
—No sé —respondí de mala gana.
—Bueno, pero...si querés te puedo esperar un año, no sé —dijo vacilante.
 Si en verdad hubiera querido responderle, iba a terminar ahorcándolo. Bueno, no sé si tanto, pero sus preguntas realmente me irritaban. Me asombré de la paciencia que aún tenía.
—¿Y qué hacemos?
—Vayamos al bar donde nos conocimos.
Es bar siempre me gustó, me transmite algo positivo. Quizás esa haya sido la razón por la que lo elegí. O quizás porque allí había conocido a un Leandro diferente del que ahora conducía el auto. Un Leandro que tal vez pretendía encontrar en las horas que quedaban de la noche.
Llegamos. Buena música, buen recibimiento, buen ambiente. No me podía quejar. Y por si fuera poco, quedaba a pocas cuadras de mi casa. Ideal. Continuamos la noche sentados, bebiendo un poco y conversando. Pero las palabras vacías de sentido no tardaron en salir nuevamente de su boca. Prefería besarlo en lugar de escuchar aquellas cosas que le despertaban curiosidad. De hecho lo besé una y otra vez. Había algo en él que me encantaba y era su mirada. Su pelo, su sonrisa...
 Pero llegó un momento en el que la situación se volvió insostenible...preguntas tales como si las mujeres miraban pornografía o si ejercían la práctica de la masturbación, empezaron a incomodarme. Esa noche, definitivamente Leandro estaba diferente. Sobreexcitado diría yo.
  No sé cómo pero lo soporté. Comprendí que formaba parte de la naturaleza del hombre pero también comprendí que ésa sería la última noche que saldríamos juntos. Es por eso que no me fui.
  El canto de los pájaros anunció el amanecer, al mismo tiempo que Leandro y yo subimos a su auto para que me deje en casa. De repente, empezó a llover. Nos besamos. Suavemente, intentó deslizar su mano por mi espalda. Sus manos tocaron mi piel, hasta que delicadamente decidí hacerlas a un lado.
—Hace frío —dije automáticamente.
En verdad tenía frío, y no quería dejar mi espalda al descubierto. Mucho menos sintiendo ese tacto con intenciones que ya conocía.
 Finalmente, llegamos a mi casa. Lo besé bajo la lluvia. ¡El momento tan especial para tantas personas! Pero no para mí. Sólo fue un beso más. Me dirigí hacia mi habitación. Necesitaba pensar. ¿Por qué los hombres son tan instintivos? Ni siquiera llevaba un mes de conocerlo y pretendía tener sexo conmigo. Decidí cerrarme, cada vez confiar en un chico se me hacía más difícil. Al fin y al cabo, la gran mayoría lo único que quiere es sexo.

1 comentario:

  1. También hay chicas así... que se la pasan insinuándote, esperando que te les eches encima, o que si dices que buscas pareja, luego luego levantan la mano como si lo que pidieras es sexo fortuito.
    Me ocurre eso con mucha frecuencia. Pero yo busco a alguien inusual, alguien que no piense en sexo cuando la tradición lo demanda, que no se fije en si uso bici en lugar de carro.
    Sabes, pienso que deberían hacer bars y pubs para asexuales, no crees, aunque seguramente irían sexuales a 'cazar' presas más complicadas.

    ResponderEliminar